María Grande al Día

Todos los hinchas del fútbol sabemos cómo formar el equipo, el mejor planteo táctico, las ventajas que se pueden sacar en cada situación en particular, y muchas cosas más.

Lo que no hemos aprendido es a manejar el fanatismo al que nos lleva este deporte.

Y eso que como simpatizantes de un equipo en particular sabemos las que hay que pasar entre alegrías y frustraciones; porque a la larga -con ligeras variantes- se da la lógica de que los resultados en el fútbol son tres: ganar, empatar o perder. Y se dan por temporadas.

Como lo sostenía Dante Panzeri, el fútbol es la dinámica de lo impensado; y confiamos en que esa dinámica favorezca una vez a nuestro equipo. Y así seamos los últimos de la tabla, confiamos en bajar al puntero.

El fútbol se inició como deporte; actividad física y recreación. Esa es la esencia.

Muchas de las cosas que rodean al fútbol se han ido deformando, como vemos en estos días en la dirigencia internacional, dirigencia de clubes, árbitros, barras, intermediarios, periodismo interesado y demás; que nos lleva a desconfiar de todo, con razón.

Tendríamos que cuidarnos del aporte emocional que hacemos, y que no nos hagan caer en un fanatismo extremo.

No es racional pensar que en campeonatos donde intervienen 32 ó 12 equipos tengamos que ser necesariamente primeros, y no valga de nada cualquier otra posición, tratándose precisamente de fútbol.

Nuestros jugadores, por buenos que sean, no pueden rendir siempre igual. Porque en un deporte colectivo tienen que lograr el funcionamiento del equipo, y como decía Menotti te enfrentás a once tipos (a veces mejores, a veces peores) que no te van a dejar jugar, porque entran con la consigna de no dejarte hacer el trabajo que te proponés hacer.

Por ejemplo, no podemos exigir a Messi que juegue igual todos los partidos, como lo hace en gran porcentaje en el Barcelona con compañeros de todo el año y de varios años. Sería pedir que fuese un robot, y después criticarlo diciendo que es un autómata, sin alma.

Por Maradona y por Messi, y por sus magias con la pelota, nos identifican en todo el mundo. Perdonemos algunos de sus defectos humanos.

Yo también reclamé contra Messi en algunos partidos. Pero la foto que resume nuestra actuación en la copa me apena. No puede cargar el mejor con todas las culpas. Bien que lo siente !!!

E.B.