María Grande al Día

José Prinsich
redaccion-er@miradorprovincial.com

La máquina de coser se detuvo por unos instantes mientras de fondo se escuchaba el sonido de las chicharras, que rompían con el silencio de la siesta. Esteban Godoy aprovechó la pausa para relajarse un poco. Como de costumbre, debido a la festividad de los carnavales, sus últimos días estuvieron agitados, cargados de mucho trabajo y corriendo de un lado para el otro para lograr terminar las producciones. Pero lo que vivió el atelier durante este febrero fue especial, diferente a todos los otros.

El entrerriano de 35 años aún no dimensiona lo que consiguió gracias a su destacada labor, aunque tanto su rostro como sus declaraciones dan cuenta de la emoción tras haber conseguido el premio «Estrella de Mar 2021» al mejor vestuario con la obra teatral «Mar del Plata La Revista». El diseñador y carnavalesco mariagrandense fue convocado por Alejandro Gallego -reconocido bailarín, coreógrafo y vestuarista que también logró con esta obra el galardón a la mejor iluminación, espectáculo de variedades y producción artística- para confeccionar los trajes al staff encabezado por Yayo.

Estas estatuillas se entregan anualmente a los mejores espectáculos de teatro que se presentan durante la temporada veraniega en la ciudad de Mar del Plata y se están divididos por áreas. Desde 1997 se otorga el Estrella de Mar de Oro. «Fue un logro que no esperaba porque la verdad que se dio todo muy rápido. Estoy muy contento con lo que logré. Entrar a una revista es increíble y nunca pensé en este momento», expresó el hombre de la ciudad termal a Mirador Entre Ríos.
Sensaciones
-¿Cómo llegas a la obra?

-Todo comenzó con un grupo de Whatsapp donde había diversos emprendedores del carnaval. Carina Bradanini, jurado del carnaval de Concordia y que me conoce de verme bailar ahí, escribió un día que un amigo <0x2014> que era Alejandro Gallegos – necesitaba trajes. Nadie contestaba. Yo soy tímido y de bajo perfil. En el carnaval me ven de una forma y en la vida soy otro porque el carnaval te libera. Me daba vergüenza porque había 96 emprendedores y nadie escribía nada. Así que probé y le mandé un mensaje a ella si se acordaba de mí. Le pasé fotos de mis trabajos y a los 10 minutos me estaba llamando Alejandro. El problema era que, a partir de esos 10 minutos, corrían hacía adelante ocho días para la entrega de las prendas.

-Trabajo intenso tuviste entonces…

-Hice ocho trajes en ocho días con todo lo que conlleva trabajar rápido: demoras con la encomienda, se me rompió la máquina, tuve que esperar el repuesto. Lo que iba soldado tuvo que esperar hasta tres días antes de la entrega. Para mi fue una satisfacción muy grande en lo personal y laboral. No sé cómo explicar la sensación porque es la primera vez que obtengo un premio. Más allá de que llegué a Río de Janeiro con un traje, esto va un poco más allá porque es el reconocimiento en tu tierra.

-¿Cómo fue el armado de las prendas?

-El proceso de armado lo hice todo yo. A Alejandro le dije: «Si nos ponemos a diseñar y ver qué podemos hacer perdemos tres días. Prefiero que me digas los colores y que confíes en mi trabajo porque estamos jugados». Me dijo que si y que no había problemas. Pidió seis trajes rojos, uno rosa y uno azul, otro blanco y uno dorado. Después Alejandro se manejó con algunas cosas que tenía y me preguntó cómo recauchutar lo que tenía. Arranqué de cero en base a lo que tenía ahí y empecé a crear las cosas. Él me tiró un par de ideas. Tampoco contaba Alejandro con un presupuesto elevado. Nos manejamos bien. Creo que el proceso fue muy bueno. El material vino de Corrientes. Fue una experiencia con mucha adrenalina. Alejandro desde que abrió la caja me dijo: «Estoy feliz con lo que me mandas y súper prolijo para el tiempo para armarlo».
El carnaval en la sangre
-¿Hasta dónde llegaron tus producciones?

-Desde el 2017 que mando trabajos para todas partes del país. En Entre Ríos trabajo para los carnavales de Hasenkamp y ahora empecé a trabajar para Santa Elena. Lo más lejos que llegué con mis producciones fue Río de Janeiro (Brasil) y después en el país tengo en Río Negro, Córdoba, Santa Fe, La Rioja, La Pampa, Jujuy, Buenos Aires. En donde llegan las encomiendas, llegan mis trabajos. Ahora tengo trabajos para Misiones encargados y los correntinos también quieren que entre en su ámbito. Gracias a Dios me topé con gente espectacular. A mí me enseñó a soldar una correntina, Patricia Ramírez, por videollamada. Me compré la máquina en Entre Ríos y nadie soldaba punto. No sabía cómo se soldaba. «Te vas a quemar y vas a romper alambre hasta que te acostumbres a usar los dos pies y las dos manos», me decía.

-¿Cuándo empezó tu relación con el carnaval?

-Bailo desde que tengo tres años. Salí por primera vez como Rey de la Comparsita de mi tía Alicia cuando se hacía el carnaval en María Grande. Después de ahí hice otras disciplinas como tango, folclore, salsa, profesorado de ritmos. Al carnaval lo retomé en Hasenkamp un poco más grande, primero con Malibú y luego con Marumba. Después bailé en Gualeguaychú para Mari Mari durante dos años. Ahora estoy en Concordia con Ráfaga pero también bailé para Emperatriz. He sido jurado de certámenes de samba, vestuario o pasista masculino. Fui jurado del Encuentro Internacional de Baterías y Batucadas en Gualeguay. También desempeñé dicha función en Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Saladillo (Buenos Aires). Me muevo porque me gusta.

-¿Qué significa el carnaval para vos?

-Es mi vida el carnaval, más allá de que yo sé de que no voy a vivir del carnaval. No pasa un año que no vaya al carnaval. Hablo todo el tiempo. Mis amigos y mi familia saben que en verano no me van a ver nunca o muy poco. Para mí es todo, pese a todo lo malo que pasamos este año, porque me está dando todas las satisfacciones que quiero. Pero para llegar a ser conocido la sufrís. Mucha gente te utiliza o te jode con la plata. Hay un montón de cosas que pasan. Tenes que pasar por muchas vivencias. Tenes gente que te enseña y gente que no. Yo aprendí mirando o imaginándome cómo podía colocar las plumas, cuya labor me enseñó Manuel Ruiz Moreno de Hasenkamp. Él fue el que me impulsó a trabajar solo porque tenía creatividad. En el 2013 hice el primer tocado, después me largué a trabajar a full.

-¿Cuál es tu anhelo personal?

-Deseo que mi trabajo sea conocido para que el carnaval crezca donde pueda estar yo. Quiero seguir creciendo en lo personal, en lo laboral pero sin perder la humildad que me caracteriza. A veces se te suben los humos y no está bueno. Para ser atelier necesita máquina para coser. Con todo esto de la pandemia usé el dinero del IFE y compré máquina y ahora puedo decir -a viva voz- que soy un atelier de carnaval completo. Hago diseños y me recibí de carnavalesco, que es el que se encarga de escribir la historia que va a narrar la comparsa. Eso lo obtuve gracias a unos cursos que dictó el carnaval de Corrientes.

-¿Cómo se dio la experiencia de Río de Janeiro?

-En el 2017, fui jurado del Encuentro de Baterías, Batucadas y Pasistas en Gualeguay, donde Egili Oliveira (musa y referente en Río de Janeiro) dictó un workshop. Tengo una conocida que es Natalia Veluscek que fue convocada por ella para bailar ese año en una de las «escolas» (escuela en portugués). Así surgió el proyecto de vestir a Natalia. Pudimos llevar el traje adelante y quedó muy bien. Río tiene cosas raras con respecto al diseño, un poco repetitivas. Esperaba otra cosa como un traje que le dé más altura o volumen. Pero salió lo que ellos pedían. El año pasado Egili me convocó para vestir a musas internacionales, que son las chicas que van delante de cada escuadra. La idea era sostenerme un mes en Río, por eso no pude llevar a cabo el trabajo.

FUENTE – EL MIRADOR