María Grande al Día

Hago llegar mi saludo cordial a todos los entrerrianos en este 25 de mayo, fecha que de manera generalizada se considera la del nacimiento de la Patria, más allá de las aclaraciones y señalamientos que desde el punto de vista histórico merece esta idea.
Posiblemente hoy, como les habrá pasado a los habitantes de la colonia en aquellos años lejanos, tengamos razones para estar preocupados por el destino común; y también posiblemente haya quienes vean flaquear las esperanzas frente a las adversidades de la vida cotidiana. Hablamos de los problemas del desempleo, del aumento del costo de vida, de las dificultades para acceder a la salud o a la educación, de la inseguridad o del extendido flagelo del narcotráfico entre otros problemas.
Aunque pueda entenderse como una visión un tanto romántica de los hombres de mayo, creo que evidente es la unidad del pueblo argentino y el accionar altruista de sus dirigentes, la base desde la cual recuperar la dignidad vivir en este suelo generoso.
Brindo por la idea de una Nación Argentina donde lo más importante sea la condición de vida de su pueblo, y adhiero a la postura expresada recientemente por el Papa Francisco al Presidente de la Nación en el sentido de que el desarrollo material y espiritual de nuestro país sea propiciado “por un clima de serenidad, paz y respeto mutuo”.