María Grande al Día

En el presente, la creciente sensibilidad hacia los animales y el Refugio son una maravilla en comparación a lo que enfrentó Cristina muchísimas veces en completa soledad.
Nadie puede imaginar lo vivido por el voluntariado en un contexto con muy poca concientización sobre el respeto hacia los animales, un apoyo del Estado creciendo a cuentagotas, tratando de contener a decenas y decenas de perros abandonados a su suerte, enfermos, desnutridos, sin castrar.
Creemos que los achaques emocionales de esas tareas más otros pesares internos hicieron que Cristina se aislara y partiera “en silencio”; su trabajo fue criticado por muchos, valorado por muy pocos y en el presente, olvidado casi por completo.
Encontraremos la manera de que se conozca la historia de esta mujer compleja, de andar triste y corazón inmenso.
Descansa en paz Cristina. Estamos seguras que fuiste recibida en el cielo por todos aquellos perros y gatos a los que intentaste brindarles dignidad cuando a nadie le interesaba.