María Grande al Día

Este jueves, en el Salón de convenciones municipal, se llevó a cabo la Sesión de apertura del año legislativo ordinario del Concejo Deliberante local. La misma estuvo presidida por la Vice Intendenta Dra. María de los Angeles Schamlé, y con la presencia de los cinco Concejales que componen el bloque del oficialismo y los cuatro que componen el bloque de la oposición. Escasos invitados a esta sesión especial ante la situación de pandemia, entre los que se destacaba la presencia del Diputado Provincial Esteban Vittor, junto a funcioanrios del Ejecutivo Municipal y representantes de algunas insticuciones de la ciudad, como Bomberos, Policia y Juzgado de Paz.
En el primer tramo de sus discurso, el Intendente hizo referencia a los Gobierno Nacionales y Provinciales, para los que no ahorro criticas; «Las referencias al contexto, son ineludibles, porque aquello que acontece en la escala macro incide sobre el nivel micro, comopuede ser la gestión pública en una ciudad. Respecto al Gobierno Nacional advierto que el triunfo logrado en 2019 por el Frente de Todos generó expectativas en un sector de la sociedaD. El ahora oficialismo gobernante se esmeró en construir un discurso con una serie de promesas que, a poco de andar no encontraron correspondencia con la realidad, por eso yo soy de quienes piensa que hay que prometer menos y hacer mas» – comenzó diciendo.
«De la situación actual el peronismo no puede hacerse el
desentendido, porque gobiernan hace años. La corrección de la fórmula para
conceder incrementos a los jubilados, en perjuicio de los mismos; el desprecio por
la justicia; el cabalgante ritmo de la inflación, con todas sus derivaciones; sumado
a los asuntos derivados de la pandemia, son sólo algunos de los problemas
críticos que esta gestión de gobierno no pudo o no quiso resolver» – agregó el Intendente mariagrandense.

Cuestionamientos al manejo de la pandemia

La gestión de la pandemia debería merecer un capítulo aparte, pero no puedo
dejar de recordar que el ahora ex Ministro de Salud de la Nación, Ginés González
García, señalaba a viva voz que el coronavirus no llegaría a la Argentina, hasta
que finalmente llegó. Luego, según comprendo, la excusa de la pandemia vino
como anillo al dedo para neutralizar el conflicto social. El COVID no sólo llegó,
sino que se instaló y derivó en una temprana restricción de las libertades bajo
pretexto sanitario. No digo con esto que la fase de Aislamiento haya estado mal.
Digo, sí, que fue muy temprana y que confinó a todo el país cuando el problema
estaba afianzado estrictamente en Buenos Aires y su área metropolitana.
Miremos a nuestro alrededor. Cerca de María Grande hay muchos pueblos y
ciudades de pequeña y mediana escala donde los primeros casos se registraron
hace apenas unos pocos meses, y mientras tanto las medidas antifederales no
hicieron más que dañar el tejido social y la fuerza productiva de nuestras
comunidades, ocasionando daños irreparables, que no son sólo económicos sino
fundamentalmente sociales, sobre todo en aquellos sectores “no esenciales”.
El estilo político de la conducción nacional, verborrágico y errante, llevó también a
que se cometan errores estratégicos de comunicación en la pandemia, generando
desconcierto e incertidumbre en la población. Todo ese capital acumulado por la
confianza pública que los argentinos le dieron al kirchnerismo gobernante, en
2019, se terminó de derrumbar recientemente ante el escándalo del vacunatorio
VIP que, como sabemos, tuvo su correlato en la provincia de Entre Ríos.

«La provincia funciona en piloto automático»
La provincia, por su parte, funciona en piloto automático. Bordet no confronta con
nadie, pero tampoco genera nada para modificar de raíz la provincia de Entre
Ríos. Transita el gobernador por su segundo mandato y la gestión del justicialista
por el año número 18 de gobierno. El cambio por el que bregamos es natural.
Tenemos un gobierno entrerriano que pospone sus compromisos esenciales y
que, en vez de actuar en el presente, prefiere hipotecar el futuro.
El problema de los caminos es estructural; el sector salud agoniza; la educación
padece una crisis; los recursos de la Caja de Jubilaciones y Pensiones son menos
que los que necesita para hacer frente a los pagos mensuales y los servicios que
no presta el IOSPER enferman a la población. Éstos son sólo algunos de los
problemas que son parte del inventario de las deudas de la Provincia con los
entrerrianos, pero también hay muchos otros, como la entrega de la concesión del
Agente Financiero Provincial, el diferimiento del pago de la deuda pública a los
bonistas y el congelamiento de los salarios del sector público provincial que, en
todo 2020, no tuvo paritarias. La reciente instalación de una carpa blanca, del
sector docente, frente a la Casa Gris, en Paraná, es un síntoma.
La gestión de la pandemia en la Provincia también tuvo serias deficiencias. Las
únicas decisiones que tomó el Gobernador fueron las de transferir más
responsabilidades a los municipios que, para ser franco, nos tuvimos que ocupar

de todo y de un poco más. La presencia de la Provincia en nuestras comunidades
fue restringida, porque los puestos de control de acceso, el control de comercios y
de todas las actividades habilitadas y el desarrollo de acciones de sensibilización
fueron competencias que debimos asumir los gobiernos locales. La provincia, en
cambio, sólo dictó qué no se podía hacer, sin que haya una presencia activa del
gobierno en el territorio.
Creo, en definitiva, que la gestión de la pandemia se podría haber realizado de
otra manera, en lo concerniente a las actividades de prevención; testeos que
siempre fueron escasos; trabajo con la población que debió guardar aislamiento
preventivo y, ahora, en lo relativo al dispositivo de vacunación, donde resulta
inadmisible que muchos adultos mayores todavía no hayan podido vacunarse
cuando otros, privilegiados y amigos del poder, accedieron por la puerta de atrás,
sin hacer fila, privándole la oportunidad de inmunización a nuestros mayores.