En esta situación ambivalente se han habilitado actividades con protocolos bienintencionados tal vez, pero que prontamente caen en incumplimientos ante la falta o escases de controles. Y en esto otro se da una situación particular: ¿se estudia o...
En esta situación ambivalente se han habilitado actividades con protocolos bienintencionados tal vez, pero que prontamente caen en incumplimientos ante la falta o escases de controles. Y en esto otro se da una situación particular: ¿se estudia o se prevé la posibilidad de efectivo control de parte del Municipio cuando se realizan las habilitaciones? Parece que no.
Del otro lado del mostrador está la responsabilidad individual y social. En aplicación a esto, si un comerciante o empresario desea que su emprendimiento pueda desarrollarse, aun transitando la pandemia, necesariamente deberá seguir las normas sanitarias y los protocolos previstos en pos que la actividad no vuelva a cerrarse, o no recaigan en él sanciones ante incumplimientos. Parece que es una cuestión lógica y de sentido común, pero como muchas veces pasa, la lógica y el sentido común, no se aplica.
El Ejecutivo Municipal utilizó la pandemia y rápidamente en el mes de abril apuró -en trámite exprés- ante el Concejo Deliberante, el tratamiento de una Ordenanza de emergencia que sólo tuvo como excusa la situación de la emergencia sanitaria, porque luego, en el contenido, el Ejecutivo Municipal se procuró la posibilidad de utilizar y modificar las partidas presupuestadas a su antojo, realizar transferencia de personal a otros sectores de los asignadosy ejecutar contratación directa sin licitación o concurso de precios. Además, como si todo eso fuera poco, se posibilitó al Ejecutivo Municipal a “establecer mediante decreto prohibiciones y obligaciones”, como así también se lo posibilitó a definir “sanciones”. En resumen, se le brindó al Ejecutivo la suma del poder público, pudiendo ser legislador, ejecutor y juez a la vez; en una medida a todas luces inconstitucional.
Luego no hubo concesiones, beneficios o consideraciones sobre las actividades que tuvieron que permanecer inactivas por largo tiempo en virtud de las restricciones sanitarias. Tampoco hubo exenciones impositivas, ni prórrogas; como así tampoco hubo asistencia con subsidios especiales para esas actividades.
En este aspecto el Municipio de María Grande desentona si se lo compara con la respuesta que brindaron otros municipios, incluso de su misma afinidad política.
En un escenario de profunda crisis social, económica y sanitaria, las medidas de auxilio y contención provinieron el Gobierno Nacional a través de la Tarjeta Alimentar, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), los Créditos a Tasa Cero, los refuerzos de la AUH, los créditos a tasa blanda, el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), entre otros. Encontrando también desde el Gobierno Provincial contención a través del Programa Jóvenes Emprendedores, prorrogas de vencimientos de impuestos provinciales, prórroga de ejecuciones, condonación de multas e intereses, congelamiento de precios de tarifas de servicios públicos, programa de asistencia para la comercialización online, líneas de crédito para emprendimientos turísticos y PYMES, subsidios para instituciones, leyes de emergencia para el turismo y para el ámbito del transporte; sumando a todo ello el compromiso de no aumentar los tributos por el ejercicio 2021. Situación que contrasta notablemente con las definiciones tomadas por la gestión municipal de María Grande, donde impusieron un aumento de un 45% a un 100% en las Tasas, constituyéndose en el Municipio que más formidablemente aumentó los tributos en la provincia de Entre Ríos.
El aumento de casos de contagios, la cantidad de casos de aislamientos preventivos, las personas internadas y aún las fallecidas no parecen preocupar a las autoridades del gobierno local que transitan el receso municipal en marcado modo “vacaciones”. Incluso desde las redes oficiales del Municipio expresan abiertamente “lamentar” las medidas de restricción horaria nocturna definidas por el Gobierno Nacional que fueron acompañadas por el Gobierno Provincial. En un hecho que suma al doble mensaje contradictorio ya referido.
Las autoridades locales no convocan al Comité de Emergencia Sanitario (COES) desde principio de agosto. O sea el COES no se reúne desde antes que se presenten los primeros casos de covid en la ciudad.
Algunos dirán que contra la pandemia no hay receta o respuesta efectiva. Pero la peor respuesta constituye el no hacer nada, o mejor dicho: la peor respuesta la constituye “hacer la contra”. Y así ha transitado la Gestión Municipal la pandemia, entre “no hacer nada” (no controlar, dejar pasar, hacer la vista gorda a reuniones clandestinas, etc.) y “hacer la contra” (estableciendo otras medidas a las recomendadas, o habilitando actividades no sugeridas sin poder de control), promoviendo como ya señaláramos, el incumplimiento de las medidas sanitarias.
Cuando se dice que los boliches, o los comedores, bares, pubs y muchos comercios no cumplen con las recomendaciones y medidas de prevención sanitarias están en lo cierto. Pero ante estos casos también hay un factor cierto y objetivo: “el Municipio brilla por su ausencia en controles”.
Para facilitar el cumplimiento del aislamiento preventivo de los contactos estrechos, o para facilitar el control respecto de los casos de covid positivo, bien podrían haberse usado las instalaciones que se ofrecieron en su oportunidad para establecer centros de aislamiento. Ello hubiese permitido mayor seguridad y resguardo para el resto de la población. Incluso hubiese deparado en mayor confianza de la sociedad en el abordaje de la situación.
Se hubiesen procurado mayores lugares de aislamiento. María Grande es la localidad del departamento con más camas de alojamiento luego de la capital provincial. Otros Municipios lo hicieron. Si tuvieron que “invertir” en proteger a su población no tuvieron reparos en hacerlo. Podemos dar los ejemplos de Gualeguaychú (Justicialismo) que pagó habitaciones de hoteles, podemos citar a Colón (Vecinalismo) en la misma sintonía, o podemos referenciar Chajarí (del mismo signo político que María Grande) que alojó a los contactos estrechos y luego a los casos positivos leves en las cabañas del complejo de Termas.
Se podría haber ampliado el COES y haber sumado voces del sector comercial, del sector turístico, de la industria, del sector educativo, de los clubes, de los sindicatos y de organizaciones sociales. Por contrario, el COES ha sido reducido prácticamente a un sello.
Se ha dejado prácticamente solo al Hospital local campeando la pandemia.
El Municipio incluso bien podría facilitar su minibús u otros móviles para que el personal de salud mariagrandense pueda vacunarse en Paraná. Pero nada de eso se ha hecho.
En muchos aspectos parece que estamos huérfanos de gobierno local, o lo que es prácticamente decir que tenemos un desgobierno y eso es peligroso, porque cuando no existe gobierno, deviene desorden eimprovisación; y las consecuencias pueden ser mucho más nefastas que las que podríamos pensar.
La identidad del vecino de Maria Grande que suscribe esta nota, consta en la redacción del medio.
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