María Grande al Día

Se conmemora el día del periodista en homenaje al gran Mariano Moreno que justamente el 7 de junio de 1810 fundó la «Gazeta de Buenos Ayres», primer periódico de la etapa independentista argentina, y en este momento quisiera recordarlo y saludar todos los periodistas en su día.

Mariano Moreno, protagonista fundamental de la epopeya independentista y defensor acérrimo de la libertad de expresión y de la prensa independiente, llevaba a flor de piel la pasión por la comunicación social, precisamente porque la entendía como el vehículo para transmitir, para comunicar, las ideas fundacionales de la Patria y del Proyecto Nacional aún vigente.

Este genial argentino escribió entre el 17 de julio y el 30 de agosto de 1810, por encargo de la Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires, el «Plan de Operaciones» en el que puso los cimientos del Capitalismo de Estado para la América latina, mestiza, dando con este plan profundidad, vigencia y perdurabilidad a la Revolución de Mayo.

La idea de un Estado presente ya estaba en el pensamiento de Moreno y es la idea que, por constituir un pilar esencial del proyecto nacional, atraviesa todos los procesos políticos nacionales y populares de nuestra historia.

En línea con aquella idea de Moreno ubicamos la síntesis genial del General Perón «La economía nunca ha sido libre: la controla el Estado en beneficio del pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste», que tiene su concreción con la creación de YPF como primera empresa petrolera estatal del mundo durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen, con la nacionalización de los ferrocarriles y de los depósitos bancarios durante el gobierno de Perón y la nacionalización del sistema de jubilaciones y pensiones durante el gobierno de Cristina.

Y es que desde hace al menos dos siglos, al carecer de burguesías nativas sólidas y de clases sociales estructuradas, los países que intentan desarrollarse sólo cuentan con sus Estados nacionales, por débiles que sean, para oponerse a la explotación que sufren. Si los Estados nacionales conforman bloques regionales, sus posibilidades defensivas se incrementan. En esta integración encontramos la lucha de patriotas como San Martín, Bolívar, Artigas y tantos otros dirigentes más cercanos y contemporáneos.

A su vez, los pueblos que pierden sus Estados nacionales retroceden a la condición de colonias. Allí reside la obsesión de las grandes potencias por debilitar el papel del Estado en los países más atrasados.
Quizás la forma más efectiva que han encontrado estas poderosas corporaciones trasnacionales de debilitar los estados es a través del endeudamiento. Y vaya si los argentinos sabemos de eso. Paradójicamente al proyecto nacional de Moreno le sucedió el proyecto antinacional de Rivadavia que inició el endeudamiento argentino con el famoso empréstito pedido a la Baring Brothers en 1824 que terminó de pagar Perón en 1947.
Como podemos ver, nada nuevo hay desde aquellas ideas de Mariano Moreno hasta esta realidad que nos toca vivir, pero también podemos ver la vigencia y actualidad de estas ideas: en éstos tiempos de pandemia en los que el mundo deberá discutir una nueva configuración, se vuelve fundamental revalorizar el papel del Estado en la vida de las comunidades como herramienta para alcanzar el objetivo irrenunciable de conseguir nuevas formas de vida en libertad, con solidaridad y con respeto para con la dignidad humana de los demás y para con el medio ambiente en el que vivimos.

El papel del periodismo en esta realidad actual resulta indispensable y debe ser ejercido a cabalidad, con responsabilidad, libertad y vocación de servicio.

En este sentido Mariano Moreno decía: «Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila» y otro gran patriota, periodista, contemporáneo, a quien también quiero homenajear hoy como Rodolfo Walsh, decía que el periodismo “es libre o es una farsa».

Estoy convencido de en éstos tiempos de reconfiguración humana y social, el periodismo entendido en éstos términos, además de cumplir con el deber de informar la verdad, tiene la responsabilidad histórica de no dejar que se pierda la memoria de lo que sucedió, ya que en la metodología del olvido reside también la dependencia en la que caemos periódicamente.

Ya lo advertía Rodolfo Walsh: «Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo…».

El mejor homenaje que todos los días podemos hacer a estos patriotas, es que esta vez se quiebre el círculo.