María Grande al Día

Tal vez alguno me dirán que no hay que destacar cuando “las cosas” funcionan bien o como corresponde. Pero nobleza obliga, si hubiese sido a la inversa, las críticas hubiesen llovido y las tintas se hubiesen cargado contra organizadores y los controladores.
En este mensaje, me permito destacar, si se quiere, la parte más antipática de esta historia, que justamente son a quienes estuvieron comprendidos en el operativo de seguridad y prevención de la Fiesta de Disfraces.
Dimensionemos: por unas horas de la noche del sábado 20 de julio y toda la madrugada del domingo 21, María Grande se vio duplicada en su población (o más) en el marco convocante de la Fiesta de Disfraces que esta vez tuvo de escenario al predio de la Sociedad Rural.
Ante una afluencia aproximada de 10.000 personas, que no hayan existido desmanes, que no haya habido siniestros en las rutas de acceso, que se hayan podido reducir las intervenciones del servicio de salud público, todo ello evitando a su mínima expresión las molestias que puedan haberse causado a los vecinos, marca a las claras del resultado de una planificación seria, producto de un trabajo de articulación inter-orgánica, del cual es dable destacar al Municipio de María Grande (en especial al Secretario de Gobierno Maximiliano Pérez), al Juzgado de Faltas, a la Lic. Jesica Gastaldi, a los “ocho” integrantes del Cuerpo de Inspección del Municipio (donde algunos cubrieron la franja horaria de 17 hs. del sábado, hasta las 9 de la mañana del domingo), a la Comisaría local (en especial mención al sr. Comisario Mario Bértoli), al Hospital local (en especial mención de su Director Martin Ginestar, a la Dra. Belén Manfroni y los/las enfermeros a cargo); al equipo de enfermeros/as dispuestos dentro del predio de la fiesta, encabezados por las Dras. Victoria Spais y Florencia Botto; a la Asociación de Bomberos Voluntarios, como así también la articulación clave de los Ministerios de Gobierno y Salud de la Provincia de Entre Ríos; todo ello sumado a la buena predisposición de los organizadores que estuvieron propensos a cumplir con las exigencias (y en éste último aspecto, me permito destacar a Carlos Olivera y Adrian Ronchi que se hicieron cargo de operativizar y cumplir con dichos requerimientos).
Por supuesto que quedan detalles por ajustar. Toda experiencia deja su enseñanza. Lo realizado en el marco de la prevención de un evento de la magnitud en que ha devenido la Fiesta de Disfraces de María Grande, marca el camino a seguir en las próximas ediciones o en eventos de características similares.