María Grande al Día

Un 23 de septiembre de 1927 nació en Villa Alcaraz Don Ramón Lino Godoy. Radicado en María Grande desde hace más de setenta años festejó sus merecidos noventa años de vida junto a su familia.

No fue a la escuela, pero aprendió a leer y a escribir. Se transformó en electricista. Reconocido pescador y cazador de la zona. Para cumplir con su trabajo recorrió los caminos que unen a los pueblos de la región a pie o en bicicleta, cuando el asfalto en las rutas era solamente un deseo. Don Godoy cumplió 90 años, de una vida cargada de emociones, de sacrificios, de anécdotas, de amistades, noventa años llenos de amor.

Desde los cinco años comenzó a trabajar en el campo, allá en su Alcaraz natal. Donde vivió con sus padres y sus ocho hermanos, hasta su adolescencia. El trabajo rural lo llevó a recorrer la provincia de Santa Fe y de Buenos Aires. Conoció pueblos que todavía los recuerda con gran nostalgia al nombrarlos.

La vida lo llevó a trabajar a Paraná. Ingresó en Telecomunicaciones de Entre Ríos a fines de la década del cuarenta. Recorrió muchos kilómetros con las líneas de teléfonos, hasta que fue trasladado a María Grande. Donde eligió radicarse y formar su enorme familia. En el ’52 se casó con Inés “Ñata” Morisconi, con quien tuvo siete hijos: Graciela, “Buby”, “Toni”, Liliana, Silvana (fallecida), Rubén y Carlos.

Pese a que fue un solo día a la escuela y se escapó ese mismo día, aprendió a leer y a escribir perfectamente.  Fue en el servicio militar, que lo hizo en Federal, donde aprovechó para aprender a leer y a escribir.  Fue el primer electricista en María Grande que se ocupó de instalar antenas con más de cincuenta metros de altura. También aprendió a trabajar como albañil. Con sus conocimientos y la ayuda de sus hijos mayores levantó su propia casa, en donde vive desde hace más de treinta años.

Hasta que se jubiló en el año ’88, su trabajo fue duro. Fuel el último “guarda hilo” de la zona. Recorrer las líneas de comunicación de los pueblos cercanos a María Grande no era un trabajo sencillo. En su bicicleta o caminando, cargando sobre su humanidad una escalera, la rondana, cuerdas, un teléfono portátil de esa época  y las herramientas., marchaba sin importar si estaba lloviendo,  si hacia frio o calor, tampoco importaba la hora, solo importaba hacer su trabajo.

Como todo hombre nacido y criado en el monte, su sapiencia para cazar y pescar despertaban admiración por la población, al igual que su puntería con la resortera. Además su inteligencia para trabajar como artesano, tejiendo con palma caranday, tejiendo mayas de pesca, de los cuales todos recuerdan su minucioso y preciso trabajo artesanal.

Pese a que la vida lo golpeó cuando falleció su hija Silvana de bebe, siguió luchando para que a su familia no le falte comida y un techo para vivir. A veces sus hijos pasaban días enteros sin comer hasta que llegaba Don Godoy, a la noche, silbando bajito, con la comida bajo el brazo. La vida lo azotó con otro golpe durísimo cuando falleció su espeso “Ñata” en 2006. Pero el amor incondicional de sus seis hijos y sus dieciséis nietos lo mantiene vigente, lucido y con un corazón lleno de amor para con toda su familia.

Foto-Gentileza: Balbina Godoy.