María Grande al Día

Lo visto por todos en el Boca – River no hace más que mostrarnos lo que somos y como estamos como sociedad, con una crisis de valores preocupante y alarmante. Todavía sigo sin entender como nadie se animaba a decir anoche que un grupo de jugadores quemados, con los ojos hinchados, no podía jugar. Sin vueltas, sin perder tiempo. Pero hay desde mi punto de vista una enfermedad aún más preocupante: la falta de sentido común, de códigos, de “don de buena gente”. Incluyendo a los futbolistas. Anoche lo que quedó claro, más allá de que después en las declaraciones todos trataron de quedar bien y salvarse… es que ninguno podía “aceptar perder”. En River estaban tan preocupados por atender a los lastimados como por saber si podían perder los puntos si retiraban al equipo. En Boca Orion alentaba a todos a mantenerse en movimiento para que nadie pensara que ellos iban a abandonar. Tratando de mostrar quién es capaz de “aguantar más”, quién es el más macho, el que “no abandona”, el que “no es cagón”. Bastaba con que dos capitanes con personalidad charlaran unos minutos y razonaran sobre la vergüenza que estaban pasando, y dijeran: «Nos vamos los dos”. Eso no pasó. Y parecía que el show debía completarse pese al escándalo. Pasaron unas horas y en las redes sociales el 90% de los comentarios son para putear al otro, para burlarse, no para decir: estamos mal. Todos. En el fútbol y en la vida. Y la verdad es esa: estamos mal. Se murió un jugador de fútbol hace unas horas y ya nos olvidamos de pedir mejores condiciones en las canchas. Fueron agredidos jugadores unas horas después y ya nos olvidamos de decir BASTA. Solo nos preocupa si el partido sigue o no, si sancionan a nuestro equipo o no. Esto no es ser más hincha. No es tener más pasión. Porque la pasión no es violencia. Lamento que tantos chicos, las nuevas generaciones, vayan creciendo y naturalizando toda esta basura que les estamos dejando los grandes como sociedad. Donde todo vale. Donde no hay límites. Donde pedir cordura es ser cagón. Donde la pasión no es ponerte contento si ganás o llorar si perdés, sino que es hacer lo que sea, sin importar si está bien o no, para demostrar “que sos hincha”. Y ser hincha es acompañar a tu club en las buenas y en las malas, aceptando con alegría los triunfos y con tristeza las derrotas, pero aceptando, como en la vida, que no siempre todo sale bien. Que unos ganas y otros pierden. Que hay revancha. Que no todo vale. Que se necesitan límites. Que se necesitan códigos. Que se necesita ser solidario. Que se puede intentar ser buena gente sin por eso ser cagón.