Otra vez Cristina nos volvió a sorprender. Hace un tiempo largo que una parte importante de la dirigencia política argentina pide que la dirigente política con mayor volumen electoral decline de su aspiración presidencial.
Ciertamente es difícil de entender en el marco de las reglas del juego democrático que quien exhibe el apoyo popular más importante tenga que relegar sus legítimas ambiciones.
También se dijo que el empecinamiento en una postulación presidencial de la ex presidenta solo favorecía a Macri y profundizaba la tan mentada grieta.
Asimismo, se dijo que Cristina iba a esperar hasta el último segundo en definirse y que eso complicaba las definiciones de los demás.
Y por último se dijo que una candidatura de Cristina hacia imposible la unidad del campo opositor.
Pues bien, hoy, a poco más de un mes para la fecha de presentación de candidaturas, Cristina hizo lo que todos querían: relegó sus legítimas y fundadas ambiciones anunciando que no será candidata a presidenta y postulando para tal cargo a Alberto Fernández, a quien ella acompañará en la fórmula.
Celebro la decisión de Cristina, a la cual no le encuentro otra razón que el bien de los argentinos.
Cristina facilitó la concreción de la unidad posible para alcanzar el triunfo que los argentinos anhelan para salir de esta agobiante, triste y dura realidad a la que nos llevó el gobierno Nacional.
Felicito y acompaño la decisión de Cristina e insto a la dirigencia nacional a avanzar por el camino de la unidad en la diversidad.
Desde Entre Ríos, con la conducción del gobernador Bordet, hemos dado una muestra cabal de que el único camino posible es la unidad.